Iman Mohammed

Tienes que atravesar el agua para poder llegar al centelleo
del punto final, este es dorado como los bloques de la memoria, no le temas
al peso. Es verdad que los zorros se ríen de nosotros, hacemos estallar los recuerdos
hermosos y lamentamos solo lo más íntimo, qué va a pasar con todos los
cueros cabelludos, un tono confuso de azul lila pasa a rosado ahora rojo naranja
brilloso.

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El bucle de agua roja corre cayendo corre
subiendo la escalera de mármol blanco
el público está sentado, muchedumbres esperando afuera
el invento, el correr indestructible
el movimiento, lo que pasa, lo que
se revoca, lo que se revocó pasa de nuevo.

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Los árboles lloran de felicidad cuando ella regresa al amanecer sin haber
sido atacada, la fragancia penetrante de la rosa en esta respiración que la carga
cuesta arriba hacia los edificios de departamentos cuya columna vertebral orgullosamente carga a la gente dentro de los edificios de departamentos.

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El retorcimiento del tiempo, ella trepaba las paredes y se paró en
un rincón no estaba obsesionada yo estaba obsesionada con ella, la pertenezco hay
una canción dolorosa que siempre dice la verdad.

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Las posiciones de las espaldas hacen que yo camine bajo la luna inquietante,
la mano abraza sangrientamente la llave. Me llenan las lágrimas pero ese
vacío está más lleno. Mi abrigo está bajo una amenaza constante. El color
rojo se frota contra el cuello y sueño con tocarme a mí misma.
Qué dientes brillan más a la medianoche y al amanecer.

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Una tormenta grita en el cerebro, tengo que romper algo, es una membrana
que me lleva al bajar en bicicleta por la cuesta, su resplandor color cereza narra
del lugar donde me tocó ser creada, el esqueleto se ensanchó bajo el pilar
al que le tocó llevar mi nombre.

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Poemas de Detrás del árbol espaldas, el número 2 de Colección Öland de filodecaballos editores, septiembre del 2019.